08 abril, 2014

Las dos palabras mágicas.

(Entra  Matías, el profesor de educación física en el gimnasio donde va a realizar la clase con los chavales de sexto de primaria).
-Buenos días a todos chicos, voy a pasar lista y a continuación empezaremos la clase que hoy os tengo reservada una sorpresa! (pasa lista uno por uno).
-Matías, ya que has acabado de pasar lista ¿cuál es la sorpresa? (pregunta un chico entusiasmado).
-Bien, como tengo que acabar de corregir los exámenes del día anterior, he pensado que vamos a dedicar la clase de hoy al juego libre, así que cada uno juegue al juego que le plazca mientras yo corrijo.
-BIEEEEEEN! (exclama prácticamente toda la clase en conjunto mientras va corriendo al almacén donde se guardan las pelotas para iniciar la clase).
(Matías coloca una mesa apartada a un lado del gimnasio, se sienta y echa una ojeada a sus alumnos, que se reparten por grupos dependiendo el deporte o juego al cual van a dedicar la hora de clase, y agacha su mirada a los exámenes. Durante la siguiente hora, levanta la vista un par de veces para ver que todo está en orden, pero en una fracción de segundo esta se vuelve a concentrar en el centro de la mesa, donde yacen los exámenes que debe corregir).

Esta mini narración que he realizado es ficticia, pero la realidad es que se da a diario en multitud de centros educativos. Muchos profesores, por diferentes motivos (ya sea cansancio, falta de motivación, trabajo..), dedican más de un día al año a dejar la práctica de los contenidos al propio desarrollo espontáneo de los alumnos, o como siempre se ha llamado, al juego libre.  Los alumnos, dulces ignorantes se ven atraídos por la posibilidad de realizar en clase de educación física lo que más les guste, y esto es lo que les provoca que estallen de alegría cuando oyen las dos palabras mágicas salir de la boca del profesor. Y no les culpo, para nada.
Muchos de vosotros os preguntaréis cual es el problema. ¿No es esa la finalidad de la educación física? El realizar deporte. Por supuesto, no lo niego, pero ¿a qué precio? Hay que tener bien en cuenta que el juego espontáneo, como cualquier otra actividad de la vida, puede transmitir valores deseables y no deseables, positivos y negativos para la educación correcta del niño, y es el profesor (o educador) el que debe de servir como filtro a la hora de la adquisición de valores, rechazando aquellos aspectos negativos y ensalzando los positivos. ¿Quién controla esta transmisión en un juego donde impera la diversión por encima de cualquier otra orden moral y ética? ¿Quién es el que corrige aquellos aspectos que pueden ser negativos en la educación del niño? ¿Quién controla que un juego pueda ser injusto, excluyente, poco equitativo, sexista o discriminatorio? Los propios niños son los que se controlan, y esto está destinado al fracaso por el mero hecho de que nos son capaces de diferenciar aquello bueno de lo malo, solo les importa el jugar y no la finalidad del juego.

Así que Matías de todo el mundo, levantad la vista de los exámenes u otra cosa que os llevéis entre manos, y olvidad las dos palabras mágicas encantadoras de niños, que por muy mágicas que sean, no tienen ningún valor educativo.


EL JUEGO LIBRE NO ES EDUCATIVO!

5 comentarios:

  1. Puede que haya sido un poco estricto en cuanto al juego libre.
    En todo caso, siempre me refiero a que no es positivo en cuanto a su valor educativo, ya que no es educativo. Por otro lado, los niños deben realizar juego libre, ya sea cuando van a jugar a la calle o al parque con sus amigos, ya que la toma propia de decisiones sin tener en cuenta directrices u otras órdenes de los padres o profesores refuerza la autoestima y libera su capacidad creativa.

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    1. Creo que es necesario matizar. Jugar no es solo una necesidad, sino un derecho. Jugando libremente se aprenden cosas valiosas, sin duda! Seguramente alguna de las más valiosas! La idea de que el juego libre "no es educativo" responde a su utilización como estrategia de enseñanza. Para que la enseñanza sea educativa debe haber una intención de que lo sea. Yo diría que el profesorado que sistemáticamente utiliza el juego libre para distraer a los niños no se hace cargo de su labor de educar.

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  2. Muy buena entrada Aitor, como hablamos en clase con Victor, el juego libre nos puede llevar a aprender cosas, claro está, pero es una actividad la cual no tiene una orientación u objetivo impartida por el docente, por lo tanto, la falta de ese seguimiento lo convierte en una actividad no educativa.

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  3. Entiendo que el juego libre utilizado en las clases sin ninguna intencionalidad es , como dice Víctor, una dejación de funciones del profesor. Sin embargo, si puede ser utilizado como una estrategia, y me explico. A principio de curso, el juego libre puede dar unas pautas al profesor sobre los grupos que habitan en el aula, para más adelante poder deshacerlos y trabajar otros aspectos que los meramente físicos. También puede detectar los interes de los alumnos sobre los diferentes deportes.

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  4. Jo, personalmente, utilizaría el juego libre, como dice Tomás, para analizar el grupo i aparte, durante el desarrollo del curso, como premio, no como distracción como hace "Matias". Pero, aunque el juego se llame libre, creo que el profesor siempre tiene que estar supervisandolo incluso hacer algun inciso si lo ve necesario: si ve que hay un claro caso de discriminación, por ejemplo a un niño extranjero, hacer que los de más niños piensen por ellos mismos y lleguen a la conclusión de que este niño también tiene derecho a jugar.

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